lunes, 24 de agosto de 2009

A George Sand- L.A.C.M

Te voilà revenu, dans mes nuits étoilées,
Bel ange aux yeux d'azur, aux paupières voilées,
Amour, mon bien suprême, et que j'avais perdu !
J'ai cru, pendant trois ans, te vaincre et te maudire,
Et toi, les yeux en pleurs, avec ton doux sourire,
Au chevet de mon lit, te voilà revenu.


Eh bien, deux mots de toi m'ont fait le roi du monde,
Mets la main sur mon coeur, sa blessure est profonde ;
Élargis-la, bel ange, et qu'il en soit brisé !
Jamais amant aimé, mourant sur sa maîtresse,
N'a sur des yeux plus noirs bu la céleste ivresse,
Nul sur un plus beau front ne t'a jamais baisé !



II

Telle de l'Angelus, la cloche matinale
Fait dans les carrefours hurler les chiens errants,
Tel ton luth chaste et pur, trempé dans l'eau lustrale,
Ô George, a fait pousser de hideux aboiements,

Mais quand les vents sifflaient sur ta muse au front pâle,
Tu n'as pu renouer tes longs cheveux flottants ;
Tu savais que Phébé, l'Étoile virginale
Qui soulève les mers, fait baver les serpents.

Tu n'as pas répondu, même par un sourire,
A ceux qui s'épuisaient en tourments inconnus,
Pour mettre un peu de fange autour de tes pieds nus.

Comme Desdémona, t'inclinant sur ta lyre,
Quand l'orage a passé tu n'as pas écouté,
Et tes grands yeux rêveurs ne s'en sont pas douté.



III

Puisque votre moulin tourne avec tous les vents,
Allez, braves humains, où le vent vous entraîne ;
Jouez, en bons bouffons, la comédie humaine ;
Je vous ai trop connus pour être de vos gens.


Ne croyez pourtant pas qu'en quittant votre scène,
Je garde contre vous ni colère ni haine,
Vous qui m'avez fait vieux peut-être avant le temps ;
Peu d'entre vous sont bons, moins encor sont méchants.

Et nous, vivons à l'ombre, ô ma belle maîtresse !
Faisons-nous des amours qui n'aient pas de vieillesse ;
Que l'on dise de nous, quand nous mourrons tous deux :

Ils n'ont jamais connu la crainte ni l'envie ;
Voilà le sentier vert où, durant cette vie,
En se parlant tout bas, ils souriaient entre eux.



IV

Il faudra bien t'y faire à cette solitude,
Pauvre coeur insensé, tout prêt à se rouvrir,

Qui sait si mal aimer et sait si bien souffrir.
Il faudra bien t'y faire ; et sois sûr que l'étude,

La veille et le travail ne pourront te guérir.
Tu vas, pendant longtemps, faire un métier bien rude,
Toi, pauvre enfant gâté, qui n'as pas l'habitude
D'attendre vainement et sans rien voir venir.

Et pourtant, ô mon coeur, quand tu l'auras perdue,
Si tu vas quelque part attendre sa venue,
Sur la plage déserte en vain tu l'attendras.

Car c'est toi qu'elle fuit de contrée en contrée,
Cherchant sur cette terre une tombe ignorée,
Dans quelque triste lieu qu'on ne te dira pas.



V

Toi qui me l'as appris, tu ne t'en souviens plus
De tout ce que mon coeur renfermait de tendresse,
Quand, dans nuit profonde, ô ma belle maîtresse,
Je venais en pleurant tomber dans tes bras nus !

La mémoire en est morte, un jour te l'a ravie
Et cet amour si doux, qui faisait sur la vie
Glisser dans un baiser nos deux coeurs confondus,
Toi qui me l'as appris, tu ne t'en souviens plus.



VI

Porte ta vie ailleurs, ô toi qui fus ma vie ;
Verse ailleurs ce trésor que j'avais pour tout bien.
Va chercher d'autres lieux, toi qui fus ma patrie,
Va fleurir, ô soleil, ô ma belle chérie,
Fais riche un autre amour et souviens-toi du mien.

Laisse mon souvenir te suivre loin de France ;
Qu'il parte sur ton coeur, pauvre bouquet fané,
Lorsque tu l'as cueilli, j'ai connu l'Espérance,
Je croyais au bonheur, et toute ma souffrance
Est de l'avoir perdu sans te l'avoir donné.

sábado, 1 de agosto de 2009

A quoi ça sert l'amour?

El cigarrillo recién encendido, el chocolate en su boca, el refugio que encontraron bajo la pálida luz de una vela y la embriaguez que les producía la noche anticipaban una conversación extensa, un par de lágrimas y tal vez un abrazo. El silencio inmaculado que convinieron se interrumpía a ratos, cuando ella se levantaba del sofá y caminaba lento por la habitación, que respondía a su dolor con un eco y se dormía después de terminada la violación a la quietud. Él, impaciente movía la mirada por los rincones del techo, buscando la primera palabra, pero deseando no ser quien comenzara el monologo de culpas. El reloj aburrido de esperar, en un complot con la luna comenzó a desnudar su hora, intentando apurar a las dos almas reunidas en el lugar, la luna traviesa se asomaba por la ventana y el reloj imponente marcaba las dos, ella comenzó a mirarlo impaciente y cuando parecía florecer una palabra de su boca, una voz seca y contenida pronuncio su nombre-Magdalena-dijo él en un intento desesperado por recurrir al amor que algún día ambos sintieron y se rompió el silencio y se abrazaron sus ojos, pero se sintieron vulnerables al daño y se ofrecieron las espaldas, comenzó Magdalena entonces con el discurso que había planeado hace unas horas-No es necesario que seas tu quien hable, ambos sabemos que la responsable de destruir nuestros planes es una sola, yo. Pero no vine aquí a eso, vine a decirte que ya ha pasado mucho tiempo y no sé si lo que sienta sea lo mismo, pero los años han desgastado mi culpa y supongo que también tu rencor, alguien finalmente tenía que ceder, alguno de los dos tenía que darse cuenta que el daño que nos hemos hecho nos hace iguales, igualmente ingenuos, igualmente perversos, igualmente tristes.-Le tiritaban las pupilas y poco a poco se había acercado, hasta entrar en un entorno que no era propio, traspasando la línea de la vergüenza, enfrentándose a un par de ojos brillantes limitados a esconder las lagrimas. Gabriel confundía a esa mujer hermosa con su conciencia y en parte también lo era, siempre estaba en su cabeza aunque el no quisiera, un poco torpe y abrumado buscaba algo correcto que decir, pero Magdalena ya había tomado su mano y con eso había quebrado su orgullo. La abrazo, la envolvió en miradas, la toco y respiro de ella, pero no para amarla, sino para llorar.
Se unieron sus pensamientos, traspasando el dolor en su perfecto lenguaje no verbal, entre un baile de sus ojos, una caminata de auras y un veneno de lágrimas, nuevamente sumidos en el silencio, la luna ahora dejó de entrometerse y cerró los ojos, Magdalena aún no soltaba su mano y solo advirtió su impulso, cuando cayó un beso repentino en su blanca extremidad.-Nunca he podido entender de donde sale tu facilidad de doblegarme, siempre tan serena y a la vez agresiva, siempre terminas por transgredir mis planes. Había pensado en no darte la razón, en marcarte la cara con la culpa, en dejarte el mismo sabor amargo que el día en que te fuiste, pero me conoces incluso más que yo y seguramente anticipaste mi reacción, no haces más que tomarme la mano y ya me doy cuenta de lo mucho que me encanta mentirle a mi conciencia, ya te habrás dado cuenta que realmente te extraño.-dijo Gabriel, que sin querer ya había caído en su natural sinceridad, confesando sin ninguna presión, que los años habían hecho su trabajo, pero no el de borrar rencores, sino el de acentuar la ausencia de su compañera de batallas. Magdalena entendiendo mejor que él la situación solo calló, sabía que Gabriel esperaba su respuesta, su replica de igual sinceridad, pero su enredada mente de mujer decía otra cosa, el daño antes había dejado un herido leve y otro grave, el primero aún enamorado, la segunda con síntomas de amor y algunas cosquillas, pero aún con secuelas en las entrañas, sin embargo, bajaba los hombros y no decía nada, estaba ahora tan cerca de él que sentía como latía ese corazón apresurado, se había limpiado la culpa y anhelaba recordar su último beso delirante, pero la razón le jugaba en contra y ahora solo quería perder la dignidad y marcharse aunque fuera con el sabor a verdad que siempre tenía él en la boca. Gabriel ya había cedido el control del momento y Magdalena con la piel incolora, las lágrimas contenidas en la garganta, un vaso de whisky que recién había tomado de la mesa y el quinto cigarro encendido, libero sus zapatos y arranco el collar de perlas de su cuello que intentaba fingir el momento perfecto, se embriago en recuerdos y dijo-Ya no importa nada, deja de mirarme con la cara de niño que tenías hace mucho tiempo, ya no lo eres.-Ella cerró los ojos, dejó que el terminara de esfumar su dignidad con las manos, deshizo el nudo de lágrimas que la ahogaban, de pronto abrió los ojos y recordó que le faltó pedir perdón, pero ya era tarde y además era innecesario, sus almas ya lo habían hecho en el momento en que ambos pusieron un pie en la habitación y ahora solo había tiempo para que quienes conversaran de amor fueran sus cuerpos.


Julio 2006.

Memorias.

No es tan fácil crecer, no es tan fácil actuar, no es simple decidir y no es simple aprender a pensar. No es intrascendente recordar, no es un juego olvidar, no es efímero el perder para volver a levantar. Hoy puedo mirar atrás para evocar cada momento y lugar, para ahogarme en recuerdos, para inundarme en pasado, hoy puedo soñar sin volverme a equivocar, puedo construir. Ya tengo en mis manos el proyecto a edificar, puedo volar, ya se hicieron los ajustes y se soltó el costal, puedo llorar sin que las lagrimas duelan al caer, puedo subir y ampliar los horizontes al mirar, emprender y actuar, comenzar a razonar, después de vivir ahora comienzo a disfrutar, mientras leo en mi memoria las dulces paginas de un juego infantil se cruzan amigos, amores y un desliz, ahora veo que todo esta enlazado en mi, soy lo que he vivido y seré lo que empiezo a sentir.

Marzo 2008

En secreto.

Una noche jugueteando con tus ojos, con tus manos caminando lentamente en mi cintura, escuchando el pronunciar provocador de tus palabras en mi oído, casi al borde de caer en el pecado, a punto de olvidar que no soy yo la mujer que te acompaña, pero recordando a cada momento que si soy la que te envuelve en su locura, es un beso la base de un engaño, solo tócame, el placer esta en tus manos, no le cuentes que por mi es que sonríes, no le digas que ya no somos solo amigos, puede pasar mucho tiempo, pero sabes que estoy siempre en tus recuerdos, que me ves por un instante y te vuelves necio, sabes que no puedes escapar de esta tortura, sabes aun más que te encanta mi locura.

Diciembre 2006

Destruccion reciproca

Culpables los dos de este sentimiento envuelto en un papel de dudas, de este amor incorrecto, de estos besos de locura, responsables de los daños detenidos en el suelo, de las manos mentirosas que lloran desesperanzas, de la piel delirante enlazada con el alma, culpables de quitarnos la calma, de hurgar en las heridas, de besarnos hasta gritar, de mirarnos hasta el dolor, de cultivar este podrido amor, somos dependientes de la fragilidad, del miedo a la soledad, del placer de hacernos llorar, responsables de abrazar cada noche el mismo cuerpo empapado en lagrimas para torturar este inconciente que no puede escapar

Marzo 2007.

Por favor

Esta fragilidad no es casual, no es coincidencia que mis ojos se quieran confesar, no es el azar el derivado de mis lágrimas, no es la suerte la esperanza de mi alma. No es necesario un funeral para sentirme muerta, no requiero de cansancio para que me duela hasta el pelo, no preciso mareas para que mi vida se vuelva confusa. Puedo perder hasta mis manos, quizás olvidarme de respirar, tal vez pierda mis palabras, puedo hasta dejar de pensar. Solo no me obligues a callar, si mi corazón solo recuerda que jamás ha podido descansar, por favor no me niegues la verdad, ni tampoco me arrebates la razón, no sigas haciéndome sentir la culpable de un error que no cometí, no me quites la confianza, no rompas nuestra unión, por sobre todo no imagines que eres superior, no me mires como quien no soy, no me hagas llorar otra vez, por favor no.

Julio 2007.

Esquizofrenia.


Sentada en un rincón del salón, atemorizada por las luces brillantes y alegres que pretendían hacer de su vida algo mas que un delirio constante y una sombra abrumadora, encerrada entre las figuras fantasmales y las voces incoherentes que buscaban doblegar su tranquilidad, se cubría los oídos con las manos y cerraba los ojos con fuerza, sin embargo, aún seguía oyendo, aún seguía viendo su alucinación castigadora, su mente enredada entre la niebla de los oscuros pensamientos que se paseaban por su piel pedía auxilio desconsolada con gritos ensordecedores que no deseo oír otra vez. Todo su cuerpo se enfriaba gradualmente, toda su alma se consumía ligeramente, pero su sentir confuso solo quería continuar con ese flagelo abundante, le hacia tanto daño, que era un placer sentirlo.
Octubre 2006.