Te imagino saltando a la terraza de al lado y siendo adoptada por una vieja. Te imagino golpeada por adolescentes borrachos en una esquina; veo el horror de tus ojos siendo perseguida por perros.
Ahora ya no hay mucho mas que pueda hacer.
Te quiero, Damara, y te pido perdón por no poder llorarte, yo no entiendo ni tu desaparición ni tu muerte; yo ya llore a todos los gatos hace quince años.
Quizas, alguna dia, vuelva a sentir tu ronrroneo de motor al despertarme, y me muerdas la nariz, pidiendome comida. Quizás, haya alguna posibilidad de que vuelvas.