lunes, 30 de abril de 2012

El reconocimiento de la Antropología como ciencia... Clifford Gertz

Una de las ventajas de la antropología como empresa académica es que nadie, ni siquiera sus mismos profesionales, sabe exactamente lo que es. Tipos que observan cómo copulan los babuinos, tipos que reescriben los mitos como fórmulas algebráicas, tipos que desentierran esqueletos del Plaistoceno, tipos que establecen correnaciones decimales entre prácticas higiénicas y teorías de la enfermedad, tipos que descifran jeroglíficos mayas, y gentes que clasifican sistemáticamente los tipos de parentesco, de modo que el nuestro resulte ser "esquimal", se titulan por igual antropólogos. Y otro tanto hacen los que analizan los ritmos del tambor africano, reordenan la historia de la humanidad en fases evolutivas que culminan en la China Comunista o el Movimiento Ecologista, o reflexionan en términos generales sobre la naturaleza de la naturaleza humana. Una de las ventajas de la antropología como empresa académica es que nadie, ni siquiera sus mismos profesionales, sabe exactamente lo que es. Tipos que observan cómo copulan los babuinos, tipos que reescriben los mitos como fórmulas algebráicas, tipos que desentierran esqueletos del Plaistoceno, tipos que establecen correnaciones decimales entre prácticas higiénicas y teorías de la enfermedad, tipos que descifran jeroglíficos mayas, y gentes que clasifican sistemáticamente los tipos de parentesco, de modo que el nuestro resulte ser "esquimal", se titulan por igual antropólogos. Y otro tanto hacen los que analizan los ritmos del tambor africano, reordenan la historia de la humanidad en fases evolutivas que culminan en la China Comunista o el Movimiento Ecologista, o reflexionan en términos generales sobre la naturaleza de la naturaleza humana. Obras tituladas (escojo unas pocas al azar)La Cabeza de Medusa, El reyezuelo y yo, La lámapara roja del incesto, Teoría de la cerámica y proceso cultural, Do Kamo, Conocimiento y Pasión, La Escuela Americana del lenguaje, Entregas circunstanciales, El Diablo y el fetichismo de las mercancías,se presentan por igual como antropológicas, como igualmente lo hace una obra que cayó en mis manos, al azar, hace unas años, y cuya tesis era que los macedonios procedían originalmente de Escocia, sobre la base del uso de la gaita. Toda una serie de consecuencias se siguen de esto, además de no pocos ejemplos de cómo la capacidad perceptiva puede exceder a la capacidad intelictiva; peor sin duda la consecuencia más importante es la de una permanente crisis de identidad. Los antropólogos estan ya acostumbrados a que se les pregunte, y a preguntarse ellos mismos, en qué se distinguen de los sociólogos, los historiadores, los psicólogos, o los politólogos, y carecen de respuestas claras, aunque ello no les prive de seguir actuando. Los esfuerzos por definir su campo van desde los displicentes argumentos de "club social" ("todos venimos a ser más o menos el mismo tipo de gente; y pensamos más o menos de la misma manera"), hasta los más vulgares argumentos institucionales ("es antropólogo quien ha estudiado en una facultad de antropología"). Pero ninguno de ellos resulta realmente satisfactorio. Tampoco puede servir como definición el dedicarse al estudio de las sociedades "tribales" o "primitivas", porque probablemente en este momento la mayor parte de nosotros ya no estudia este tipo de sociedades, y ni siquiera estamos ya seguros de lo que pueda ser una "tribu" o un "primitivo". Tampoco sirve como caracterización el estudio de las sociedades "otras", proque cada vez más nos dedicamos al estudio de la nuestra, incluyendo a la creciente proporción de antropólogos-cingaleses, nigerianos, japoneses- que pertenecen a dichas sociedades "otras". Ni siquiera sirve como criterio el estudio de la "cultura", de las "formas de vida" o "del punto de vista del nativo" porque quién en esta época hermenéutico-semiótica no lo hace? Nada hay de nuevo en semejante estado de las cosas. Así llevamos desde la fundación del campo antropológico, cuandoquiera que ello fuese (con Rivers? con Tylor? con Herder? con Heródoto?), y así seguirá sin duda hasta el final, si éste ocurre. Pero una cierta actitud tajante ha empezado a tomar forma en los últimos años, dando lugar a cierta ansiedad, no fácil de despejar por su atribución a actitudes "territorializadoras". Una irritación crónica, de esas que escuecen, se ha hecho aguda; de esas que enervan. La dificultad inicial que plantea el describir la antropología como una empresa coherente radica, especialmente en Estados Unidos, pero hasta cierto punto tambié en otras partes del mundo, en el hecho de estar constituida por toda una serie de ciencias diferentes concebidas, y más bien reunidas de un modo accidental, debido a que todas de un modo u otro tratan (por citar otro, ya viejo, título, que seguramente sería considerado hoy cargado de sexismo) de El Hombre y sus obras. La arqueología (excepto la clásica, que ha sabido mantener bien patrulladas sus fronteras), la antropología física, la antropología cultural (o social) y la lingüística antropológica han formado una especie de consorcio de prófugos, cuyos propósitos han sido siempre tan oscuros como el acerto de su corrección. La ideología de los "Cuatro Campos", proclamada en discursos y endiosada en departamentos, mantiene unida una disciplina descentrada, hecha de visiones dispares, investigaciones mal conectadas y alianzas improbables: un triunfo real y genuino, del triunfo de la vida sobre la lógica. Lo que sólo es posible sobrellevar, no obstante, con sentimiento, hábito, y grandes invocaciones a las ventajas de la amplitud de miras. En la medida en que las diversas ciencias extra-antropológicas de las que las intra-antropológicas dependen, progresan técnicamente, la lógica empieza a tomar venganza. Especialmente en los casos de la antropología física y la lingüística, el alejamiento de las viejas alianzas empieza a queda cada día más claro. En la primera los progresos realizados en el campo de l genética, la neurología y la etología han dado al traste con el viejo enfoque de las simples mediciones craneales, y conducido cada vez más a los estudiantes interesados por la evolución humana a pensar que tal vez deberían introducirse en una disciplina biológica y familiarizarse con ella. En la segunda, el advenimiento de la Gramática Generativa ha conducido a la construcción de un nuevo consorcio con los estudios de psicología computariforme y otras empresas altamente tecnologizadas, ambiciosamente tituladas "Ciencia Cognitiva". Hasta la arqueología, intrincada con la paleoecología, la biogeografía, y la teoría de sistemas, ha empezado a adquirir cada vez más autonomía, y uno de estos días puede empezar a darse un nombre algo más ambicioso. Lo que empieza a recordarnos toda una serie de universos perdidos: la filología, la historia natural, la economía política, el Imperio de Habsburgo. Según las diferencias internas empiezan ya a dar a entender. Con todo, no es este movimiento centrífugo, por fuerte que pueda ser, el que constituye el mayor motivo de incomodidad del presente momento. La historia, la filosofía, la crítica literaria y hasta últimamente la psicología han experimentado semejantes diversificaciones internas, por razones similares, y sin embarg se las han arreglado para mantener al menos cierta identidad general. La antropología en su conjunto sin duda se mantendrá unida, aunque a duras penas, algún tiempo más. auqnue sólo sea proque sigue habiendo gente interesada en el animal humano a la que no le interesa la sociología, o gente interesada en el lenguaje que no siente la menor pasión por la gramática transormativa, y que aún pueden encontrar en la antropología un refugio que los ponga a salvo del imperialismo de los entomólogos y los lógicos. Los más conmocionantes problemas estan surgiendo en la rama de la disciplina que sigue siendo la más extensa, la más visible y la que suele habitualmente considerarse como la más ampliamente distintiva de la disciplina (aquélla además, a la que yo mismo pertenezco): la antropología social, cultural, o socio-cultural. Y si turbulencias hay en los márgenes, amyores aún son las que afectan a la capital. La primera de las dificultades aquí, la más sentida y la más comentada, pero sin lugar a dudas la más importante, es el problema de la "difuminación del objeto". Si alguna vez hubo pueblos que pudieran llamarse "primitivos", o si al menos en el siglo XIX podían quedar aún en el mundo muchos pueblos realmente "incontaminados", lo cierto es que pocos pueblos quedan hoy que merezcan tales nombres. Las tierras altas de Nueva Guinea, la Amazonia, y tal vez algunas partes de Kalahari y el Ártico, vienen a ser los únicos lugares donde aún pueden hallarse candidatos a la denominación (por utilizar otros términos artísticos obsoletos) de sociedades "intactas", "simples", "elementales" o "salvajes": y todas ellas, en la medida en que existen como tales, están siendo rápidamente incorporadas, como antes que ellas lo fueron los indios americanos, los aborígenes australianos y los nilóticos africanos, a unos u otros ámbitos más amplios. Los "primitivos", incluídos quéllos que hicieron famosos a Boas, a Mead, a Malinowski o a Evans-Pritchard, son cada vez más un bien escaso. La inmensa mayoría de los antropólogos sociales ya no van en la actualidad a islas lejanas e inexploradas o a paraísos selváticos, sino que se sumergen en el interior mismo de sociedades de tan formidable entidad histórica como la India, Japón, Egipto, Grecia o Brasil. No es, sin embargo, la desaparición de un objeto de estudio tan supuestamente único lo que en verdad ha venido a conmover los cimientos de la antropología, sino otro tipo de privación que la implicación con sociedades menos remotas ha traído consigo: la desaparición de la investigación en solitario. Los pueblos con las narices horadadas o los cuerpos tatuados, o los que enterraban a sus difuntos en los árboles, pueden no haber sido nunca los solitarios que nosotros pensábamos que eran,pero nosotros sí lo éramos. El antropólogo que se trasladaba a vivir entre los tallentsi, o que iba a la tundra, o a Tikopia, lo hacía todo a la vez: economía, política, religión, psicología y propiedad de la tierra, danza y parentescos; cómo se educaban los niños y se construían las casas, se cazaban las focas y se contaban los mitos. No había nadie más por allí, salvo, a una distancia académicamente prudente, otro antropólogo, o, si había otro blanco- un misionero, un comerciante, un funcionario de distrito o Paul Gauguin- su distancia con él era abismática. Algún intercambio de frases, tal vez, pero bien encerrados en nuestra concha. Esto ya no es así. Cuando vamos a Nigeeria, a México, a China, a Marruecos, o, en mi caso, a Indonesia y Marruecos, nos topamos no ya con simples nativos y chozas de barro, sino con economistas que calculan el coeficiente de Gini, politólogos que miden actitudes, historiadores que recopilan documentos, psicólogos que llevan a cabo experimentos, sociólogos que cuentan casas y familias, cabezas o profesiones. Abogados, críticos literarios, arquitectos y hasta filósofos, no contentos ya con "arrancar la corteza al viejo tronco/ y ver cómo las paradojas se diluyen" , empieza a entrar en escena. Entrar con los piés densudos en la globalidad de una cultura no puede ser ya una opción, y el antropólogo que lo intenta corre el grave peligro de ser descabalgado literariamente por un ultrajado texxtualista o por un demógrafo enloquecido. Somos en estos momentos, claramente, un tipo especial de ciencia, o al menos habíamos llegado a serlo. El único problema que se nos plantea, ahora que "el hombre" resulta algo excesivo, es saber qué. La respuesta a tan desgarradora cuestión está menos en intentar responder que el volver a subrayar el "método" que, al menos desde Malinowski, ha sido considerado alfa y omega de la antropología social: el trabajo de campo. Lo que nosotros hacemos y otros no hacen o al menos no lo hacen ni tan continuadamente ni tan bien, es (ésa es la visión que de ello se tiene) hablar con el hombre que trabaja en el campo de arroz, o con la mujer del bazar, en un estilo libre, de modo que una cosa lleve a la otra, todo remitiendo a todo, dentro del contexto temporal y la periodización vernácula, sin dejar en todo el tiempo de observar, desde muy cerca, cómo se comporta. La especificidad de "lo que los antropólogs hacen", su fuente holista, humanista, casi cualitativo y fuertemente artesanal de la investigación social, es (así nos hemos enseñado nosotros mismo a argumentar) el corazón mismo de la materia. Nigeria puede no ser una tribu, ni Italia una isla; pero un artesano aprendido entre tribus o desarrollado en islas oyede aún revelar dimensiones del ser que permanecen ocultas a tipos mucho más estrictos y mejor organizados, como pueda ser el de los economistas, los historiadores, los exégetas y los politólogos. Lo curioso acerca de este esfuerzo por definirnos sobre la base de un peculiar estilo de investigación, colonial e informal, atrincherado en toda una serie muy concreta de habilidades, improvisatorio y personal, más que sobre la base de lo que estudiamos, las teorías que suscribimos, o los descubrimientos que esperamos hacer, es que ha tenido mucha más efectividad fuera de la profusión que dentro de ella. El prestigio de la antropología, o si se quiere, de la antropología socio-cultural, nunca ha estado más alto en historia, filosofía, crítica literaria, teología, derecho y politología, psicología y economía de lo que está hoy. Lévi-Staruss, Victor Turner, mary Douglas, Eric Wolf, Marshall Sahlins, Edmund Leach, Louis Dumont, Melford Spiro, Ernst Gellner, Marvin Harris, Jack Goody, Pierre Bordieu, y yo mismo (por esbozar una lista que sin duda viviré lo suficiente para deplorar) aparecemos continuamente citados, en todas partes, y con cualquier motivo. La "perspectiva antropológica" está, en lo que a la comunidad intelectual concierne, perfectamente "de moda", y hay pocos signos de lo que los franceses llaman rayonnement esté dejando de crecer. En el interior de la disciplina, en cambio, la atmósfera es mucho menos optimista. La sola identificación del "estado de espíritu etnográfico" como el elemento que nos hace diferentes y justifica nuestra existencia en un mundo crecientemente metodológico, sólo ha servido para aumentar la preocupación por la respetabilidad científica, por un lado, y la legitimación moral, por otro. Colocar tantos huevos dentro de una cesta hecha en casa, no puede menos que producir un cierto nerviosismo, que se incrementa a veces hasta convertirse en pánico. La preocupació por el aspecto científico tiene que ver principalmente con la cuestión de si investigaciones que tan fuertemente se apoyan en factores personales- un investigador, en un tiempo concreto, un informante de un lugar concreto- pueden ser lo suficientemente "objetivos", "reproducibles", "cumulativos", "predictivos", "precisos" o "testables" como para permitir más que una simple recopilación de historias verosímiles. El impresionismo, el intuitivismo, el subjetivismo y el esteticismo, y tal vez, por ensima de todo, la sustitución de datos por la retórica, y de los argumentos por el estilo, parecen ser los peligros más claros y presentes; la situación más temida, la falta de paradigma, resulta ser una afección permanente. Qué clase de científicos pueden ser aquellos cuya principal técnica consiste en la sociabilidad y cuyo principal instrumento son ellos mismos? Qué puede esperarse de ellos sino una prosa recargada y hermosas teorías? Según la antropología ha ido avanzando hasta situarse como una disciplina más entre otras, una forma nueva de un viejo y más que familiar debate ha empezado a irrumpir de nuevo, el de las Geistwissenschaften contra las Naturwissnchaften, de un modo especialmente virulento y degradado- un déjà vu más que revisto. Entrando de puntillas, como en cierta ocasión dijo Forster de la India, para encontrar su lugar entre las naciones, la antropología se ha visto cada vez más internamente dividida entre aquellos que querrían ampliar y desarrollar la tradición recibida - que rechaza, en primer lugar, la dicotomía historicismo/ciencia, a la vez que con Weber, Tocqueville, Buckardt, Pierce, o Montesquieu, sueña con una science humaine- y aquellos que, temerosos de ser arrojados de la mesa por ir inadecuadamente vestidos, querrín transformar la disciplina en una especie de fìsica social, llena de leyes, formalismos y pruebas apodìcticas. En medio de esta lucha, que irrumpe en todas partes, desde los lugares más académicos y los más honorables puestos, hasta las más asilvestradas "reevaluaciones" de los clásicos, y que se hace cada vez más agria, los cazadores de paradigmas tienen en su mano las mejores cartas, al menos en los USA, donde, tras autonombrarse a sì mismos "corriente dominante", controlan las fuetes de financiación, las organizaciones profesionales, las revistas e institutos de investigación, estando como están perfectamente preadaptados a la mentalidad de base que invade la vida pública americana. Los diligentes jóvenes investigadores (y ahroa tambien investigadoras) de Cornfor, determinados a hacerse con todo el dinero que por ahí circula se encuentran actualmente en todas partes, aún cuando el dinero que por ahí circula no llegue a tanto. Con todo, incluso aquellos situados del lado (políticamente) más débil, los inclinados por una visión más libre de las cosas, se sienten afectados por su propia y variada falta de pulso, sólo que ésta es más metodológica que moral. Les preocupa menos si la investigación tipo "yo antropólogo, tú nativo" es rigurosa, que averiguar si es honesta. Por esto sí que están preocupados. Las perturbaciones empiezan con incómodas reflexiones sobre la implicación de las investigación antropológica con los regímenes coloniales durante la época rozagante del imperialismo Occidental, y aún bajo sus actuales secuelas; reflexiones que han sido provocadas por las acusaciones, lanzadas por los intelectuales del Tercer Mundo sobre la complicidad del trabajo de campo en la división de la humanidad entre aquéllos que deciden y saben, y aquéllos por quienes se decide y se sabe; acusaciones que resultan especialmente perturbadoras para estudiosos que durante tanto tiempo se han considerado a sí mismos amigos de los nativos, y que aún siguen pesando que los comprenden mejor que nadie, incluídos ellos mismos. Pero la cosa no apra aquí. Empujada por los enormes motores de la duda metódica posmoderna- Heidegger, Wittgenstein, Gramsci, Sartre, Foucault, Derrida, y más reciemtemente Bajtin- la ansiedad se expande hasta convertirse en una preocupación generalizada por la representación de "El Otro" (inevitablemente en mayúscula, inevitablemente en sirgular) en el discurso etnográfico como tal. Toda la empresa resulta no ser más que la dominación conducida por otros medios: "hegemonía? "monólogo"? "vouloir savoir", "mauvaise fait", "orientalismo"? "Quiénes somos nosotros para hablar de ellos?" No es ésta una cuestión que pueda ser desechda sin más, como con frencuencia lo ha sido por los más fogueados investigadores de campo, cual si de un simple refugio de antropólogos de café, más interesados por sí mismos que por su trabajo, se tratara; aunque uno desearía que el asunto fuera abordado con menos golpes de pecho y fustigamientos contra los supuestos fallos mentales y caracteriales de los cietíficos sociales burgueses, y en cambio con una más eficaz intención de darle respuesta. Algunos intentos de solución ha habido, vacilantes y más bien gesticulares, pero ha habido al menos otros tantos en los que la hipocondría ha querido pasar por autoexámen, y el "abajo con nosotros" (puesto que los malcontentos son, al fin y al cabo también burgueses) por crítica. El cambio de estatus, tanto moral como intelectual, del etnógrafo, provocado por el movimiento antropológico que, procedente de los márgenes ha venido a desembocar en el centro, resulta estar tan pobremente dirigido cuando se aboga por la destrucción como cuando se aboga por la ciencia. El simple malestar es tan evasivo como el simple rigor, y aún más autoesclavizante. Con todo y todo, siempre puede esperarse lo más posible, si no lo mejor. La visión que desde Fuera se tiene de la antropología como una poderosa fuerza regenerativa de los estudios sociales y humanos, ahora que finalmente ha venido a formar parte plena de ellos, en vez de un divertimento menor y marginal, puede acercarse más a la realidad que la visión que se tiene desde Dentro, según la cual el paso de la oscuridad de los Mares del Sur a la celebridad mundial no hace sino sacar a la luz la falta de coherencia interna de la antropología, su debilidad teórica e hipocresía política, así como también tal vez su irrelevancia práctica. La necesidad de abrir paso al pensamiento, de defender y extender un enfoque de la investigación social que asuma en serio la idea de que la comprensión de los otros- sin mayúsculas y en plural- es útil ir a ellos del mismo modo que ellos van entre ellos, ad hoc y a tientas, está constituyendo una extraordinario fermento. No hay quizás que sorprenderse del todo de que ese fermento resulte amenazador para muchos de los que resultan cogidos en medio- como Randall Jarrell dice en algún sitio, lo molesto de las edades de oro es que la gente en ellas va por ahí quejándose de que todo parece estar amarillenado. Lo sorprendente es cuán prometedor, y hasta salvífico, puede resultarle esto a muchos. La conjunción de la popularidad cultural y la inquitud profesional que en este momento caracteriza a la antropología social  no es ni una paradoja ni un signo de chifladura. Es un indicador de que "el modo antropológico de ver las cosas", tienen algo que ofrecer a las postrimerías del siglo XX- y no sólo en lo que a estudios sociales se refiere-, algo no fácilmente encontrable en otra parte, y que está luchando con todas sus fuerzas por determinar qué es. Las expectativas pueden ser, por un lado, muy elevadas - en los primeros destellos del Estructuralismo, ciertamente lo fueron-, mientras que las preocupacione pueden resultar a veces demasiado deprimentes. Con todo, tironeando como está en direncciones opuestas por los avances técnicos de las disciplinas aliadas, internamente dividido por líneas accidentales y mal trazadas, sitiado de un lado por el ciencismo resurgente, y de otro por una forma avanzada de escritura a mano, así como progresivamente despojado de su objeto específico original, de su investigación en solitario, y de su autoridad irrebatible sobre el terreno, el campo de la antropología parece no sólo permanecer intacto sino que, lo que es más importante, parece ampliar el ascendiente del estilo intelectual que lo define sobre las áreas cada vez más amplias del pensamiento contemporáneo. Hemos venido a entrar de puntillas. En nuestra confusión está nuestra fortaleza.

"Te dibujo con palabras porque las imágenes se vuelven difusas en mi memoria. Te busco entre los recuerdos de mis dedos, revolviendo cenizas. Para cuando termina, seras de papel y tinta; de una piel suave y caliente; de un murmurar constante. No podes ser más que un ir y venir. Acercarte y alejarme. Sos la capacidad de poner cosas en el medio, una voz que sale de la oscuridad, la ausencia de la moral. Sos la carne del juego, el kibbutz de la liturgia erótica. Y así como te dibujo, te borro. Porque tu eterno juego es desaparecer; hacerte y deshacerte con violencia, como las olas del mar. Y todo el tiempo hay una melodía llena de acordes disonantes, un aire pesado, y un gusto amargo en el paladar que no se va ni con el más dulce de tus falsos besos."

"Mi cuerpo se confunde entre tus colores; y tu aliento se pierde en el humo de un cigarrillo. Para qué me buscás? Por qué no podés simplemente desaparecer? No ves que lo que hacemos es un castillo de naipes? No ves que basta su mirada para derrumbarlo todo? No te das cuenta de que nuestro juego no es más que una farsa?Me gustaría poder decirte que no llego, que volás más alto de lo que yo puedo. Dormís mis sentidos, borrás mi memoria. Me llenás de una desesperación inconmesurable cada vez que estás lejos. Y no puedo hacer más que pensarte desde lo inmoral de mis inquietudes, desde lo mal que está querer siquiera saber de vos. La peor parte es que seguramente ya sabés todo esto. Y te importa tan poco como todo lo demás en este mundo. Nadás en el tiempo, indiferente a todo, menos a vos mismo; y con cada movimiento sacás de a poco las palabras; y con cada sonrisa dedicada a otra, matás una sonrisa mía."

‎ "Desaparecete 
Des-hacete en granúbulos 
Así, buscá 
Dejar de harruimanar las plácidas 
Mírpides de la memoria 
No te acerques, así tan sártico 
No me muestres lo que encubujás 
Entre tus baltasebios 
No quiero ceder bajo la presión 
De tus órpolos. 
No. " Enero 2012

"Aparecete esta noche, 
 desnudame el alma, 
 desgarrá mis sentidos, 
 devorá mis ganas. 
 Y cuando te vayas, 
 no me dejes sola. 
 Y cuando me nombres, 
 no me escondas en tu memoria.
 Vos, que desde la cima de tus melodías, 
 de tus mediodías, de tu eterna madrugada  ,
me hablás, 
me soltás lo que decís que te parece la verdad. 
 Vos, con tus miedos, con tus juegos... 
 Te perdés la magia de no preguntar." 
 Enero 2012

"Sumergite en colores, regalame un recuerdo. Diluí mis sonrisas, saboreá mis palabras... Saltá del acantilado del idioma, et dessine-moi un mouton" Enero 2012

"Me engendraste para tapar tus culpas,
y me pariste para mitigar dolores viejos. 
De tu pecho mamé miedo,
y de tu enfermo cariño conocí los celos. 
No dijiste una palabra que no fuera hipocresía, 
no me diste una sonrisa sin su carga de ironía. 
Ignoraste mi edad, mis dibujos, mis llantos. 
Repetiste la historia del abandono 
sin apartarme de tus brazos. 
No sos capaz de vivir sin lastimar, 
no podés amar, escuchar o dar. 
No podés culpárme de errores que no cometí, 
no era ya posible seguir así. 
Ya no podés mirarme desde arriba, 
ya no podés decirle a los demás que soy tu hija. 
Ya no te debo ni siquiera el estar viva. 
Todo lo que haga es pura obra mía." 
Enero 2012

"Te premurio, te artirio, me mareo. Me artabulás, de espaldas, de un rablán a otro de tu sarsa. Así. Pero no me artabulás a mí. Ya sé, ya sé. Des-desenmaraño los colores del cirartuvio, mezclo una canción mal tarareada con el fugaz recuerdo de la busín. Vos estás en otra parte, ahogando tus ganas, tus ganas de aectarear, desde el fondo de tu garganta. Lo ahogás todo en el humo de un cigarrillo. Y quema un poco ese falso silencio, tan lleno de vos, tan vacío de lo que yo quiero.Y por más que lo intente, no logro comprenderte. Por más que juegue, por más alsatarios que vuelen en mí, no llego. No hay manera siquiera de asomarme al inmenso abismo de vos, de tu no-per-so-na. Es como si estuvieras hecho de sabores, de dolores que no conozco, de un interrogante tras otro. Y en vano intento destapar en vos un espejo, porque sos incapaz de reflejar a nadie; pero, en cambio, sabés guiar, sabés poner en un camino mal apisonado todos los armanteros que vas encontrando.Y como si pudieras leerme, como si tuvieras una mínima idea de lo que estoy pensando, te das vuelta de a poco. Me soltás un boex con la mirada. Y yo te contesto sin palabras ni tacto, boex de tus maneras, de esa ventana." Enero 2012

"Se desaparece el centro de equilibrio Se entorpecen los designios del destino Y no para de crecer Desde el fondo, desde el medio Desde la masa oscura del pensamiento El impulso de destruir La necesidad de gritar La pulsión, la angustia De ceder a todos los excesos De perderse en los mareos,en el humo, en los colores, en el calor de otros cuerpos,en la falsa tranquilidad del sueño. Para no pensar en tu nombre,para no concebir tu cara, para olvidarme hasta de olvidar tu recuerdo." Enero 2012

"Moi, je te rêve, je t'attends. 
Je pense à toi quand tu es loin. 
Tu me brûles, et ça reste. 
Moi, j'ai peur de chaqu'un de tes gestes. 
Je dévore ta voix,
je marche avec tes sens. 
Je te touche avec tes mains.
 J'ai ésperence de tes éspoirs. 
Et si la nuit tombe,je tome aussi. 
Et si tu t'en vas,je peux pas dormir". 
Enero 2012

‎"Te deshojás ante mí, te vacias de melodías, llenándote de suspiros, invadiéndome de a poco. Me transformo apenas en una danza, en un sonido, en un escalofrío. Hace mucho que ya no es lucha, ni costumbre, ni ansiedad. No prima lo apremiante, ni la diversión, ni el juego.Con cada movimiento vas desmenuzando una nota aguda, una metáfora que arrancás sin miramientos. Le ponés disfraz de métrica a tus caricias, vaciás de absurdos a mi cuerpo. Y entonces sí, mis uñas van hurgando la piel de tierra de tu espalda, hasta arrancar versos en lugar de sangre, hasta morder poesía de tus labios, hasta devolverte (la paciencia, el aliento) cada letra, cada palabra." Marzo 2012