jueves, 19 de julio de 2012


Extraño ver tu sonrisa a la salida de la oficina,
los besos de buenos días,
las llamadas de la tarde.
Siento nostalgia de las largas horas
dibujando servilletas en los bares,
inventando juegos en las heladerías,
caminando sin apuro por la vida.
Se nota mucho la ausencia de tu pelo en mi cara
a la hora de dormir,
las películas de las noches de invierno,
los chocolates en la cama;
la sonrisa triste, incluso, de los últimos días
cada vez que me mirabas.
Nunca conocí a alguien que, como vos
tuviera las lágrimas tan tibias,
tanta paciencia en las manos.
Me quiebra un poco que las cosas estén así,
que no podamos mirarnos,
que te moleste verme reir.
No quiero llorarte,
no quiero regalarte mi verso mejor
si no querés ser parte de mi vida,
si no podés volver a querer,
si no te esforzás por recordar con cariño,
por cambiar, por intentar entonar tu voz.

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