jueves, 19 de julio de 2012

Los Detalles.


Y es esa nota que rompe el tiempo,
ese color que no me viene del vino,
el pulso lento que con tus palabras me vas marcando,
la rima imposible de tu nombre,
lo que ahora impide soltar el verso preciso.
La sonrisa de cartulina que me acompaña a casa,
tarareándole tus canciones a la madrugada,
pintándome de violeta la voz,
es quien le cuenta a quienes saben comprender
que, una vez más,
solamente esperando hasta olvidar que se espera
se puede encontrar lo inesperado,
que la perfección puede ser una eternidad de tres minutos
(de tus minutos),
y que el mínimo gesto (la copa de vino que navega por la mesa,
la mirada cómplice del juego, la regla absurda de pasar la guitarra a la derecha,
el abrazo de no poder distinguir),
puede ser la entrada a ése mundo hecho de naranja,
de señales de un pasado inventado
y un futuro hecho de presentes.

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