jueves, 19 de julio de 2012


Tus canciones son como mi segunda piel,
me endulzan el café,
me acortan los cigarrillos,
me movilizan los sentidos
y los fusilan contra una pared.

Y es que tus palabras me evaporan,
me desnudan la voz.
Y aunque nunca vaya a existir entre nos
más que el aire de tus notas
todavía puedo alimentarme de cantar.

Cambio mi sueño por conocer los tuyos,
cambio mi fuego por tus cenizas,
porque no sirve asustarse de ser demasiado fresca
para ser leña,
porque escribiendo siempre puede haber manera de quemar.

Arden los días, las horas vacías;
se consumen los poemas que no te nombran;
danza en mí la figura de ya no saber
cómo hacer para no volver a sentir
para volver a olvidarse de escribir.

Y las noticias mal recortadas apiladas,
los poemas memorizados de Cortázar,
se guardan en la azucarera de lata cotidiana,
se limpian con manos de mermelada
para que brillen más.

Espero no ver la luz de este laberinto,
espero que tus colores me muestren el camino,
que el murmullo de tus pasos me acompañe.
Como dice la canción, estoy buscando melodías
para tener cómo llamarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario