viernes, 24 de agosto de 2012


El tiempo me ha enseñado
que los versos no pueden nada contra el olvido,
que algún día
tu nombre será como tantos otros,
en mi memoria apenas una cosquilla.
Las noches en vela
se transformarán
en una pelusa en la tinta.
La vida puede aún ser más dulce
que en aquel entonces,
cuando tu despertar arañaba el mío.
La prueba
es la falta de azúcar en este café,
estas madrugadas
con sonrisas hechas collage de papel glacé.
Sólo quiero que sepas
que no te extraño,
que ningún blues te nombra
como tampoco te nombran mis labios
ni mis manos.

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