domingo, 12 de agosto de 2012

Reseña Recital de Pedro Reñé en ATE


Santa Fe (la ciudad, no la provincia) tiene una cierta magia para mí. Creo firmemente que es el poder relajante que tiene el conjunto de la humedad, la presión baja, y la cerveza barata. El día en sí había sido un trajín importante (es decir, era un día que en realidad eran dos), y llegué a ATE un poquito tarde. Claro, no contaba con que estuviera la familia Reñé a pleno (o sea que llegar media hora tarde en realidad significó llega una hora temprano).

Pedro muy amablemente como siempre me los presentó a todos (aunque alguna que otra hermana ya la tenía de vista), y el bar era poco bar y mucho hogar. Es el aire un poco de pueblo que tiene Santa Fe. Comimos mientras iba cayendo gente al baile, y afuera amenazaba la lluvia. Arreglar la cámara para que pudiera enfocar bien llevó mucho trabajo. Al final, con la brillante colaboración de la sobrina del susodicho logré improvisar una plataforma compuesta por la bandeja de la pizza y dos platos apilados como para acomodar el trípode y que no se vieran las sillas en el medio.

Pedro tiene la costumbre de contar antes de cantar. Es una especie de rito que cumple con una alegría que le brilla en los ojos... Se traba, se ríe, y mientras cuenta se interrumpe para afinar la guitarra, para soltar algún que otro comentario sobre lo absurdo de la plataforma de la cámara... Y entonces empieza a cantar. No sé si habrán visto Peter Pan (o leído, en su defecto), pero pasó algo muy extraño, muy así. No estoy muy acostumbrada  a que el resto de la audiencia conozca la letra de los temas, pero como era lógico, la sangre cantaba, se emocionaba con el recuerdo del Nono Tín, con María Marta (hermana mayor de Pedro) ahí con  él (aunque ella insiste en que sonaba mal), y soltaban un polvo de hadas que iba cubriendo todo y me hacia flotar en la silla (no, no había tomado tanto como para que fuera por el porrón, tenía que ser el polvo de hadas).

Ya a esta altura, afuera caen gotitas que son de piedra sobre un techo que no es de zinc, Pedro terminó de cantar La Pornosónica,  la gente se va yendo, y algunos nos quedamos compartiendo la cerveza que queda, los recuerdos de la vida, de los viajes. Y como dice él, hay una charla y una magia tan profunda que mis ideas se me van a cualquier parte. Como suele pasarle a mis ideas, vienen a parar a este blog, cuando en realidad deberían llegar hasta él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario