martes, 14 de agosto de 2012

Recitándome.


Esta angustia no es casual,
no es coincidencia
que mis manos se quieran confesar.
No es el azar
derivado de tus notas,
no es la rebelión
contra otra promesa rota.
Es sólo que me cansé de jugar,
que mi alma necesita descansar,
que ya no tolero
que vengas a resignificar mi pasado,
a obligarme a hacer memoria
olvidando lo malo.
Sólo te pido
que no hagas eterno tu silencio,
que no me hagas gastar más papel,
que no me lleves tan al borde
porque me voy a caer.
Por sobre todo, no exageres.
No quiero quedarme sin detalles,
sin flores y sin viernes.
Que todo se acabe de una vez,
que explote si así tiene que ser;
yo sólo quiero poder cantar
sin este peso en la voz,
sólo quiero querer
sin tener que pedir perdón.


(y mientras escribo, la brasa de un cigarrillo me consuela, porque no entiende que son las nubes quienes lloran este poema, y no, que ya estoy perdida en la trompeta de Empty Bed Blues).

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